6 de noviembre
En 1880 nació el escritor austríaco Robert Musil
Variedad "Grüner Veltliner": Los aromas de Austria
En 1942, cuando falleció Robert Musil, Herman Broch le dedicó un pequeño texto de despedida:
Adiós a Musil
Hay que decir adiós a quien siempre se despidió, porque Robert Musil se pasó la vida despidiéndose. Nunca lo hizo de un modo sentimental, apenas dolorosamente; se despedía siempre con la exactitud de un cronista que atrapa el pasado, porque quiere la realidad presente, el germen del futuro.
Esta búsqueda del tiempo perdido que ha sido siempre una parte esencial del escritor: arrebatar al olvido lo que nos pertenece, atrapar otra vez el vértigo de lo que hemos vivido, mirar hacia el pasado invisible para hacerlo transparente. Ningún otro género como el de la novela, ningún otro oficio como el de novelista está tan acendrados en el espacio de la autobiografía por más que se alejen de la vida de su creador.
Robert Musil escribió la autobiografía de su juventud, su Werther, en el espléndido relato sobre Las tribulaciones del joven Törless. Era un adiós retrospectivo a su propia adolescencia y, por otro lado, el adiós a un mundo que nadie volvería a vivir, quiero decir: al espacio especifico de la vida austriaca, a lo que con razón se ha llamado la cultura autriacta, algo que estaba condenado a muerte. El libro apareció poco antes de la primera guerra mundial; su recuerdo del pasado fue una necrología profética.
Y cuando el presentimiento de la catástrofe se convirtió en una realidad tan incomprensible como inevitable, Robert Musil permaneció apartado de los sucesos: la naturaleza austríaca estaba todavía allí con toda su belleza, las costumbres de todo un pueblo apenas habían perdido algo de su tradición, lo único que se había transformado eran los principios de la administración política. Y a pesar de todo una revolución había barrenado al viejo régimen. Después de un intenso periodo de entrenamiento y búsqueda en el que publicó unas tres extraordinarias noveletas Tres mujeres, Robert Musil se había decidido a tratar su gran tema: narrar el cansancio y el proceso de disolución de una cultura, el derrumbe de su complicado sistema de valores, para rescatarlo desde dentro viviéndolo todo otra vez, para entenderlo y articularlo. El primer volumen del Hombre sin atributos apareció en 1929.
El hombre sin atributos ha sido comparado varias veces con Los Buddenbrook, la novela de Thomas Mann, porque aquí se describe también el proceso de desgaste de una sociedad. La comparación era inevitable porque entre nuestros contemporáneos sólo pocos podían medirse tan legítimamente como Robert Musil con la fuerza narrativa y la vitalidad de Thomas Mann. Hay que decir sin embargo que los Buddenbrook están al principio de un proyecto vital. Por el contrario, El hombre sin atributos una novela inconclusa, se encuentra al final de una larga vida; acaso solo podría compararse con José y sus hermanos (1942).
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